El Racó de la Maria ^🇪🇸

La verdad que muy mal, cada día tiene precios diferentes y la señora no tiene presencia

Por su terracita interior, facil de aparcar, y Maria la dueña una excelente cocinera, desde su carne en salsa espectacular a unas patas de cerdo a la brasa... Lo recomiendo 100%

Es difícil resistirse a perderse unas horas en este bar restaurante. Su patio tiene un encanto especial gracias al toque personal de la propietaria y, por si fuera poco, ella y Saray se ocupan de que te apetezca mucho volver a visitar su establecimiento gracias al trato personal que dedican a sus clientes. Sólo tomamos unas cervezas pero estoy segura que será un placer regresar para comer o cenar algunas de las propuestas de su carta.

Instalaciones que dejan mucho que desear. Platos pequeños y carísimos, nos pusieron comida congelada a precio de oro, como por ejemplo chocos fritos y escasos a 7'60€, o 6 bolitas de Cazón por algo menos de 6€. No disponen de carta para poder ver los precios. Andaban escasos de manteles o no querían gastar, a la niña le pusieron un trozo de papel de envolver de pastelería cómo mantel. El trato de María bueno, familiar. No creo que merezca la pena volver.

Pies de cerdo de lujo. Profesionales de la buena comida

10-20 €

Unos bocadillos excelentes y raciones espectaculares. En el interior bastante ruidoso

Nuestra experiencia fue lo peor por que no nos dieron de comer. Leímos las reseñas y nos gustaron. Fuimos tres parejas el día de Sant Joan para comer un plato combinado y no nos lo quisieron hacer.. Nos ofrecían tapas, las cuales podían combinar pero tampoco quiso la señora mayor. La chica que nos atendió, lo intento amablemente pero la señora solo decia no. Al parecer la señora que regenta el restaurante se negaba una y otra vez. Lo entenderíamos si el lugar hubiese estado lleno, pero éramos los únicos clientes, así que no entendemos nada. También se quejó porque mi pareja llevaba un patín. Nos marchamos del sitio mosqueados por que ni bebida nos pusieron. Para nosotros muy mal.

Más de 100 €

Es la comida de la yaya, de toda la vida. Se nota mucho cuando se ha cocinado con cariño y sabiendo lo que se sirve. Sin moderneces y pijadas se come mejor. Todo casero.